Aunque no es nuevo en España el intento de “okupación” de la vida social, (neologismo usado para significar la sustitución de la ley por la desvergüenza de los que buscan burlar las normas), hay que reconocer que desde la formación del Gobierno Frankenstein, el proceso se ha acelerado a marchas forzadas, con prisas y sin pausas. Y ese deterioro no sólo se produce en la vida política, entendida como las trapisdondas partidistas para alcanzar o permanecer en el poder, también va envenenando toda la vida social, la familia, la educación, la justicia, la prensa, la religión o la propiedad privada. Lo hace por la vía de los hechos, y a veces con la ayuda del terror que causan las pedradas o el jarabe democrático, escraches, administrado por los apóstoles de esa “okupación” a las gentes normales y corrientes que se oponen, estos sí que pacíficamente, a ese proceso de degradación.
Sólo recordar ahora unos ejemplos de esa perversión a la que ya nos hemos acostumbrado hasta el punto de considerar normal lo que no lo es y de no reconocer el grave atentado que suponen a la democracia en España. En primer lugar cabe destacar el desprestigiado CIS. Este centro de estudios demoscopicos debiera ser una herramienta fundamental para todo buen gobierno. Permite detectar los estados de opinión de los ciudadanos sobre aquellos problemas que realmente les preocupan. Cosas que inquietan a los españoles en general, no intereses del partido gobernante. Una encuesta amplia y bien realizada técnicamente, es la forma estadística de sustituir inviables referéndum sobre tantas cuestiones importantes que surgen en un país entre elecciones y elecciones, muy útil para orientar sin sectarismos a los parlamentarios y al gobierno en una democracia representativa. Pero este instituto, con el difícilmente justificable nombramiento de Tezanos, se ha transformado en un instrumento manipulador de la opinión con fines puramente electorales y al servicio del partido gobernante. Por eso el CIS no duda en mentir y no cumplir su función.
Del nombramiento de Dolores Delgado como Fiscal General del Estado, en realidad del Gobierno, poco hay que añadir sobre esa infamia. Es una indisimulada pretensión de sustituir la imparcialidad que se le presupone a la justicia por el servilismo al gobierno. Pero esta insólita situación, aunque no con la desvergüenza de este caso, ya se vivió con el nombramiento para ese mismo cargo de Cándido Conde Pumpido, jurista muy próximo a las tesis Zapaterinas y su proceso de rendición.
Conviene tener presente, esta vez como perversión del lenguaje y como arma demagógica para introducir el imaginario comunista en los medios de comunicación, que la Plaza de la Constitución en Puente de Vallecas, tras el apedreamiento a los de VOX por parte de unos terroristas callejeros, los que defienden tal acción han dado en llamar a ese lugar Plaza Roja. Y lo que es aún peor y que refleja muy bien la “okupación” podemita de los espacios públicos, que Monedero e Iglesias consideran que esas son “sus” calles. No estaría nadita mal que recordaran el célebre poema del poeta Agustín Millares Sall: “La calle que tú me das, no será tuya ni mía. Habrá de ser compartida. Calle de todos será”.
Son “mis” calles, proclama Podemos mientras Monedero, el de Neurona, ordena y manda a mujeres y niñas a desinfectar con lejía lo que haya pisado VOX, mientras sus malandrines toman cervezas. Por cierto, es un caso paradigmático de división de trabajo podemita: los hombres dirigentes miran, las mujeres hacen trabajos “propios de su sexo”, pues ellas son al menos la mitad de la celebérrima famélica legión que tanto gusta a los comunistas. Un buen ejercicio de memoria histórica.
Un antecedente histórico de un cambio no tanto de nombre como de significado, está en la Plaza Roja de Moscú. En ruso, krasnoï quiere decir “rojo”, pero también “bello”, “hermoso”. Por eso, etimológicamente, la plaza Roja de Moscú, es la “Plaza Hermosa”, no tiene ese nombre por el comunismo ni por el color de tanta sangre como se ha vertido en ella. Esto explica muy bien Michel Pastoureau, historiador y antropólogo considerado una eminencia mundial en el tema de los colores y los símbolos, que hablando del simbolismo del color rojo, escribe en su libro Breve Historia de los Colores: “lo rojo ha causado estragos a lo largo de los tiempos, una herencia aviesa cargada de violencia y de furia, de crímenes y pecados. Desconfiad del rojo... es fascinante y candente como las llamas de Satanás”.
Y como último ejemplo del asalto social-podemita a todo lo que se mueve en España, no está mal lo que señala Rosa Díez en su clarificador libro, “La Domolición. La gran traición de Sánchez a la democracia”, que es un análisis certero de la situación política actual: “Nadie está a salvo de que llegue al poder un gobernante iluminado y sin escrúpulos... Sólo en las democracias débiles se siguen considerando meritorios la piratería y el aventurerismo. Para ejemplo, Pedro Sánchez, glosado a diestra y siniestra por su capacidad para engañar a todos”. Palabras y frases como “trifachito” o “la foto de Colón”, son el caballo de Atila sobre el que cabalga el Dr. Sánchez, que arrasando a su paso la sociedad civil, apoyado servil y subvencionadamente por sus terminales mediáticas, ha conseguido que “las mentiras parezcan verdades y las verdades mero humo”.
