España es el segundo país del mundo con niveles más altos de radiación electromagnética: 4.500.000 W/m² por detrás de EEUU, con 6.000.000 W/m². La electrocontaminación incide negativamente en nuestra salud y calidad del sueño.
La OMS (Organización Mundial de la Salud) ha alertado sobre su influencia en la calidad del sueño (insomnio severo, despertares nocturnos, agotamiento, bruxismo, pesadillas recurrentes) y nuestro bienestar (migrañas, dolores cervicales, estados depresivos fuertes), así como afectar a la fertilidad, y aumentar el riesgo de cáncer o de sufrir enfermedades degenerativas.
La radiación electromagnética generada por las líneas eléctricas, telefonía móvil inalámbrica o los electrodomésticos envuelve nuestra vida diaria. En la última década la electrocontaminación ha aumentado de manera exponencial en los centros urbanos y los hogares. Aunque no la veamos ni la sintamos, esta radiación omnipresente que emana de las tecnologías que usamos a diario no es inocua, sus efectos son acumulativos y pueden dañar la salud. Cada vez que enchufamos el televisor, usamos un microondas, nos conectamos a WiFi o conversamos por teléfono, la radiación electromagnética que emanan estos aparatos impacta en nuestro cuerpo.
Del mismo modo que la proporción de aparatos móviles y redes de telecomunicaciones se multiplican en la actualidad, también los están haciendo los estudios científicos sobre los efectos y peligrosidad de esta exposición. Muchos expertos sostienen que la contaminación electromagnética procedente de esta tecnología que hoy rodea al ser humano puede ser causante de problemas de salud y afecciones diversas. Estos estudios recientes apuntan que la presencia invasiva y persistente de campos electromagnéticos debilitan el sistema inmune a medio-largo plazo. Por otro lado la IARC (Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer) y la OMS (Organización Mundial de la Salud) han alertado sobre su influencia en la calidad del sueño y el descanso (insomnio severo, despertares nocturnos, agotamiento, bruxismo, pesadillas recurrentes) y sobre la posibilidad de que pueda influir negativamente en nuestro bienestar (migrañas, dolores cervicales, estados depresivos fuertes), en nuestra fertilidad, así como aumentar el riesgo de cáncer o de sufrir enfermedades degenerativas.
Según el estudio de la European Journal of Preventive Cardiology, un sueño de calidad protege al corazón de enfermedades cardiovasculares. Con un buen descanso y unos hábitos de vida saludables se reducen hasta en un 65% las posibilidades de sufrir enfermedades cardiovasculares y hasta en un 83% el riesgo de morir por las mismas causas.
Otra reciente afección que se está investigando es la hipersensibilidad electromagnética o electrohipersensibilidad que algunas personas afirman tener a consecuencia de su reacción alérgica o intolerancia a los campos electromagnéticos.
La radiación electromagnética puede ser de baja o alta frecuencia. Las de baja son radiaciones de campo eléctrico y vienen provocadas principalmente por el cableado de las instalaciones eléctricas. La de alta frecuencia por focos emisores de ondas como los routers wifi o las antenas de telefonía. En este sentido, el despliegue de la tecnología 5G, supondrá la instalación de millares de nuevas antenas de alta frecuencia en todo el mundo. Teniendo en cuenta que España es el segundo país del mundo con más ondas electromagnéticas: 4.500.000 W/m² (por delante solo se encuentra Estados Unidos, con unos niveles de 6.000.000 W/m²), la posibilidad de que esta sobrexposición electromagnética pueda provocar efectos nocivos en la salud humana es causa de preocupación.
Ante este escenario, la recomendación es la prevención, por ello se están buscando medidas que minimicen dentro de los hogares estas radiaciones invasivas. Curiosamente el dormitorio, y en concreto la cama, es el lugar donde en general se miden más radiaciones artificiales de la casa.
Más allá de la legalidad vigente en España, en las camas es donde pasamos la mayor parte del día, (un tercio de nuestra vida dormimos en ellas) y se acostumbran a medir valores de radiación electromagnética superiores a los umbrales que recomienda la Asamblea parlamentaria del Consejo de Europa (0,1 μW/cm2) para niveles de exposición a largo plazo en espacios interiores.
Radio despertadores, teléfonos inalámbricos, routers WiFi, teléfonos móviles en marcha sobre la mesita de noche o cargándose, interfonos para bebés inalámbricos, cableado eléctrico detrás del cabezal… Todo ello, junto a la entrada de ondas electromagnéticas por la ventana, o de campos magnéticos debido a la proximidad al cableado eléctrico público, puede afectar negativamente en nuestras estancias de descanso, y precisamente es nuestro dormitorio el espacio que más se debe cuidar y proteger, porque es donde permanecemos más tiempo y donde se produce el periodo diario de regeneración indispensable para recuperarnos del estrés diario.
