Prohibir no es la solución. Prohibir es la respuesta más fácil ante una realidad difícil y compleja.
¿Qué diríamos ante quienes plantearan que no se repartiesen condones en los institutos del Archipiélago para evitar que el piberío fornicara más? ¿O que argumentaran que no hay que contribuir a fomentar el negocio de los preservativos fabricados por una empresa privada que se enriquece con los mismos?
O como pasa con el sexo, pues no es poca la ciudadanía que cree que si no se habla de ello, los y las jóvenes no lo van a practicar igual. Y ya desde hace tiempo sabemos que el problema no es que se practique sexo, el problema es que se practique mal.
Y las consecuencias de no abordar su debate en los centros de enseñanza y hogares ya se están viendo desde hace años: Canarias es medalla de bronce en embarazos no deseados en adolescentes a nivel estatal, por no hablar de las infecciones por VIH, sífilis, gonorrea y chlamydias que experimentan la juventud de las islas.
Pese a esta alarmante realidad, ¿cuántas AMPAS y claustros de profesorado se niegan a que en sus centros se den clases de educación sexual porque eso, supuestamente, es algo para ´tratar en casa`? Montones, y lo digo por experiencia propia, que me dedico a ello.
Por tanto, la triste realidad es que no sólo no se habla del tema porque se carecen de herramientas, estrategias y habilidades para afrontar un tema difícil de abordar en una etapa vital como la adolescencia, sino que se evita.
Con el debate de los videojuegos y los e-sports pasa exactamente lo mismo.El problema no es jugar, ni los videojuegos, el problema es usarlos mal e indebidamente.