Unas insignificantes precipitaciones y algunas ráfagas de viento volvieron a originar durante la madrugada de este martes nuevos desprendimientos en la carretera de La Aldea, a la altura del macizo de Faneque. El impacto de las rocas despeñadas lo hicieron con tal virulencia que destrozaran las vallas de seguridad. Afortunadamente no hubo que lamentar daños personales ni tampoco en vehículos, al producirse el derrumbe en unas horas cuando prácticamente los usuarios no transitan por la vía.
Roque Aldeano ha venido denunciado reiteradamente la peligrosidad de este tramo de poco más de tres kilómetros de longitud, debido principalmente al fraccionamiento del relieve por efecto de la erosión. El Risco de Faneque, con sus 1.027 metros de altura, es detrás de uno en Groenlandia uno de los acantilados costeros más altos del mundo. Al tratarse igualmente de un tramo muy zigzagueante y de retorcido trazado los riesgos se multiplican cuando las condiciones meteorológicas son adversas.
Ante tal evidencia este colectivo ciudadano reitera al Gobierno de Canarias que en el próximo Consejo de Gobierno declare la segunda fase El Risco-La Aldea de máxima urgencia y licite de inmediato las obras, dando prioridad a la construcción de los túneles de Faneque, el tramo de mayor peligrosidad de la vía pendiente de ejecutar. La Aldea no puede seguir esperando por la firma del Convenio de Carreteras ni por la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado.
Ante esta situación este colectivo manifiesta que es incomprensible e inexplicable que no se vayan a invertir en su totalidad los 51.7 millones destinados en el 2017 con carácter finalista a la carretera de La Aldea, conllevando que más de la mitad se vaya a desviar a otras infraestructuras. Y todo por cuestiones administrativas que debieron resolverse hace tiempo.
De otra parte, Roque Aldeano requiere del Cabildo de Gran Canaria que lleve a cabo el saneamiento y medidas preventivas en el macizo de Faneque para aminorar la acentuada peligrosidad de la zona que los usuarios deberán soportar unos cinco o seis inviernos más, plazo previsto hasta la finalización de las obras de la segunda fase.