Desde hace ya algunos años, al menos en Las Palmas de Gran Canaria, lo que en otros tiempos fue un día importante, viene pasando con más pena y cobardía que con gloria y orgullo cada 12 de octubre. Tal vez sería oportuno en estos tiempos de tergiversación histórica nacionalista que todas las autoridades políticas y algunos ciudadanos recordaran, los más viejos, o les enseñaran a los más jóvenes, que la Fiesta Nacional de España o Día de la Hispanidad conmemora la efeméride histórica del Descubrimiento de América por parte de España, acontecimiento que cambió física y culturalmente el mundo hasta entonces conocido sin discusión posible.
Este hecho es reconocido en ambas orillas del Atlántico. En la América del Norte, desde Canadá a México pasando por la ONU, se conmemora el 12 de Octubre como lo que fue, el día en que se encontraron oficialmente dos mundos, que por cierto así se define en Chile esta fiesta. En los últimos años, fundamentalmente con el advenimiento del populismo bolivariano, en varios países sudamericanos se conmemora también este día con gran relevancia, aunque dándole matices indigenistas, unos tan pintorescos como llamarlo Día de la Resistencia Indígena en Venezuela o Día de la Descolonización en Bolivia y otros menos politizados como Día de la Interculturalidad en Ecuador. De una u otra forma, todos reconocen la importancia histórica trascendental de esta efemérides. Todos menos en Gran Canaria, que casi la ha olvidado, a pesar de ocupar un lugar y un protagonismo fundamental en el viaje colombino.
Previsto estaba recuperar la réplica de La Niña, carabela que navegó hasta América al mando del capitán Etayo, para ubicarla en el entorno del Parque Santa Catalina. Se crearía así un nuevo foco de interés turístico e histórico, incorporándole un centro de “interpretación” en el Museo Elder, para que fuera complemento de La Casa de Colón en Vegueta, contando con la colaboración y asesoramiento de esa institución para aprovechar su demostrada solvencia museística. Por problemas constructivos, no podrá ser en esta fecha singular, pero eso no debiera ser un obstáculo para inaugurar lo antes posible ese espacio y, sobre todo, poner en marcha un ambicioso programa de actividades culturales e históricas con un marcado matiz de interés turístico estratégico a lo largo de los 365 días del año y uno más si fuera bisiesto.
Una de las razones del acobardamiento de las autoridades políticas y de los “culturos del canapé” para conmemorar esta efeméride de trascendencia histórica indudable que es el 12 de octubre, es no aparentar ser políticamente incorrecto ante el resurgir de movimientos indigenistas que exaltan el mito del buen salvaje frente al malvado conquistador, indio americano o guanche canario, siguiendo la doctrina tan buenista como iluminada de Juan Jacobo Rousseau. Por cierto, nada dicen ni chillan de ingleses y franceses por su “doctrina” de que sólo es bueno el indio muerto, o bien esclavizado al estilo portugués u holandés.
Para ilustrar esta actitud irracional de tanto grupúsculo antisistema y de tanta autoridad meliflua, baste recordar que a los pies del monumento a Cristóbal Colón frente a la Iglesia de San Francisco colocaron, un 12 de octubre de hace unos pocos años, la foto de la niña Belén María como ejemplo de víctima de la violencia colonialista española durante la conquista de América cuando su desgraciada muerte accidental ocurrió durante una huelga de trabajadores portuarios en 1980. Desde ese día, se eliminó la tradicional hasta entonces ofrenda floral por miedo a tener enfrentamientos con grupos independentistas que pretenden mezclar churras con merinas aprovechando que el pastor, democráticamente elegido, prefiere la rendición preventiva amparado en el principio de que dos no pelean si uno se rinde antes.