Si Franco dejó las cosas atadas y bien atadas, pasando después lo que tenía que pasar, Paulino Rivero ha dejado un partido más unido que nunca y muy probablemente arderá Troya. Al menos eso de que siguen prietas las filas e impasible el “alemán”, como decía un político socarrón, lo afirma con aparente convicción el alcalde lagunero Fernando Clavijo, imputado por corrupción y flamante candidato a la Presidencia del Gobierno por el partido Coalición Canaria.
Como no podía ser de otra forma, hasta que diga otra cosa quien designa cargos y por ende sueldos públicos, Clavijo proclama que se siente “respaldado” por CC, con acuerdos de sus órganos políticos (nacionales los llaman los nacionalistas) y por muchos mensajes de ánimo o apoyo de compañeros y ciudadanos. Si eso fuera así, que sin ningún respeto se puede afirmar que es increíble a la vista de las últimas deserciones y de un mínimo sentido común, habría que recordarle a quienes le mantienen el “sustento”, dicho sea en todos los sentidos posibles, que no es una cuestión de lo que él pueda sentir o no sentir, sino de ética y honradez política. No se apunta aquí lo de coherencia, porque eso sólo se le exige a los enemigos, los de ellos que no de los ciudadanos que asistimos atónitos y estupefactos, día sí y día también, a un nuevo esperpento de corruptelas.
A mi modo de entender estas cosas ininteligibles que dicen y no siempre hacen los políticos, escudándose en el bien común, cuando en realidad están defendiendo su puesto de trabajo, son frutos del hurto a los ciudadanos de su voluntad individual de decisión, por delegación forzada en los aparatos de los partidos que gobiernan en fruto a apaños, pactos los llaman, sin participación ciudadana en ellos. Recuérdese que en España sólo cabe la representación organizada en partidos, excluyendo a quienes pudieran aspirar a ser votados sin el aval de una empresa política. Algunos incluso montan la coartada de primarias, pero no de secundarias, terciarias, etc. Lo que importa es elegir al mascarón de proa, de forma siempre discutida por unas u otras facciones, el resto serán designados por pasteleo interno a la hora de repartir cargos y canonjías.
Si no fuera porque gato escaldado de agua fría huye, como dice el refrán, oír a un personaje o personajillo público, portavoz o parlanchín político, explicar algo y saber que casi siempre o está mintiendo o está escondiendo la verdad, sería la antesala de la depresión si no se estuviera vacunado contra demagogias y populismos varios. Y no debemos estar muy inmunizados porque seguimos votando cada cuatro años, a pesar de saber a ciencia cierta, como bien dice aquella canción cubana de La Lupe, que lo tuyo es puro teatro, falsedad bien ensayada y estudiado simulacro.
Un ejemplo, cuya calificación provisional podría ser “peculiar idiosincrasia isleña”, se ha producido tras el pleno del Congreso de los Diputados que convalidó la reforma del REF de Canarias, el “mejor instrumento con que ha contado nunca Canarias para potenciar su desarrollo económico”, como proclamó el ministro de Hacienda Cristóbal Montoro tras aprobarse esta ley, avalada por unanimidad en el Parlamento canario y votada a favor por todos los grupos, excepto Izquierda Plural y la abstención de UPyD.
Como no podía esperarse otra cosa, estando en precampaña electoral y teniendo que decir algo para que mañana pueda decir que dijo lo contrario, si se tercia y la aritmética electoral lo exigiera, la socialista Patricia Hernández también admitió que la reforma introduce mejoras, pero cree que se ha perdido una nueva oportunidad... histórica, le faltó añadir para darle trascendencia. “Las mejoras son un analgésico; hemos ido a combatir los síntomas, pero no el origen de la enfermedad”, apostilló y aprobó. José Luis Centella, de IU, iluminando a su famélica y menguante legión, con su motete habitual. Eso sí, todos más unidos que nunca, ¡es lo justo y preciso!
