Ya de nuevo, cuando los partidos políticos tensan los parches de sus tambores de guerra, entretenidos afilando sus lenguas, no sus argumentos o razones que con frecuencia ocultan sibilinamente, para elaborar proclamas trompeteras con las que arrimar a su tagoror a los indecisos y a los indiferentes acercarlos a los indecisos, vuelven a hablar de mejorar la educación. Con una rara unanimidad, todos asumen que es un desastre sin paliativos en toda Canarias, y parte del extranjero añaden los más sectarios a modo de justificación propia en el mal universal. Todos hablan de que hay que reformarla. Pero del hablar al hacer, ha de haber competencia de por medio.
Los cabecillas de los partidos se reúnen con sus pares en los sindicatos de profesores más beligerantes, no sea que les vayan a sacar los colores por olvidadas promesas, sobre todo si son de ámbito remunerativo, porque lo que es la educación, la de los alumnos, será la excusa pero no la razón. Unos y otros son “neo apparátchik”, término coloquial ruso que designaba a un funcionario profesional a tiempo completo del Partido Comunista, pero ahora puestos al día y más centrados en sus intereses gremiales que el bien general. Todo por los alumnos, pero sin los alumnos.
De un lado han exigido, y lo trágico es que lo consiguen, más parcelas de autogobierno para decidir cómo gastar las generosas partidas de dinero público y en cómo lograr incrementar el número de “desertores de la tiza”, o del menos polvoriento rotulador, en gabinetes de estudio o direcciones de departamentos, trabajos menos penosos y mejor remunerados que es el atender diariamente a sus alumnos en un aula. De otro lado, intentan disimular, con palabrería huera, el desastre en los resultados educativos que han generado ellos solitos. Culpan a terceros del despilfarro generalizado de los fondos que deberían administrar con lealtad, buen tino y responsabilidad. Por unas y otras causas, su gestión ha situado a Canarias en el cuadro de deshonor de los farolillos rojos del mundo civilizado. Tal vez es que ellos no se encuentran “cómodos” e “integrados” en occidente de tanto otear otros horizontes lejanos y revoluciones pendientes, del abismo apostillan algunos.
Un ejemplo tragicómico de sectarismo ideológico es fácil encontrarlo en congresos técnicos y seminarios científicos organizados en Canarias por las administraciones y por sus universidades. Se ha dicho en la prensa local que representantes de los Emiratos Árabes han venido a Africagua 2015 en Fuerteventura para “fomentar el desarrollo de la energía solar” y los otros ocho países africanos “para mirar a Canarias como espejo cercano en el que buscar cocimientos...”. A mi entender, es un exceso de optimismo pensar que de este encuentro pueda lograrse algo que vaya más allá de una mera intermediación comercial concreta, pues el estado de la ciencia “made in Canary Island” no da para mucho más. Pero eso sirve para disimular que aquí se instalan paneles y molinillos fuertemente subvencionados, pero inventados y desarrollados en otras tierras. Y quisiera suponer que la fiesta, las copas y los zumos de frutas, no corran a cuenta del tesoro público, sino que cada uno se pague lo suyo. Bastante tenemos con pagar los gastos de los políticos nuestros.
Como casi todos esos países están inmerso el el disparate científico de apoyar el boicot a las universidades y centros de I+D+i de Israel, buscan vías alternativas para salvar la cara ante los judeofóbicos que dicen ser antisionistas y contactar con las empresas que saben de lo que hablan. Porque si lo que realmente buscaran no fuera un encuentro turístico o sondear otras cuestiones relacionadas con el avance del islamismo, como el salafismo impulsado por Arabia Saudí, se tendría que haber invitado a Israel a este encuentro e implorarle su asistencia, por ser el país que más y mejor ha desarrollado la potabilización del agua y la investigación científica en casi todos los campos del saber, por cierto, mayormente en asuntos médicos y cibernéticos.
