Sin lugar a dudas hay políticos que dan titulares a la prensa nadita más que abrir su boca ante un micrófono. La consejera de Empleo, Industria y Comercio del Gobierno de Canarias, Francisca Luengo, sin la menor duda, destaca en ese palmarés de la demagogia menos fundamentada pero insolente a la vez que impertinente. Ya destacó cuando la polémica del ITC, pero aspira a superarse antes de abandonar el cargo, probablemente tras las elecciones.
La consejera socialista se alterna con Paulino Rivero en declaraciones cada vez más elevadas de tono en relación, esta vez, al asunto de las prospecciones de Repsol, aunque tal vez no opinaría públicamente lo mismo si fuera otra compañía, a juzgar por lo dicho por su propio partido antes de aliarse con CC para gobernar en esta legislatura.
Francisca Luengo, exige al Ministro de Industria, José Manuel Soria, que “confiese a los canarios por qué y a cambio de qué permite, autoriza y promociona las prospecciones de Repsol en las Islas pese al rechazo de toda la sociedad canaria”. La palabra “confiese” con la que inicia su retórica pregunta, pues no espera la respuesta que a ella le gustaría tener fuera cual fuera la verdad, tiene toda la carga de demagogia populista al insinuar que el ministro está cometiendo una acción vergonzosa o delictiva de la que debería arrepentirse.
Para abundar en su retórica, amparada probablemente en su inmunidad parlamentaria para decir lo que le apetezca y en arrogarse totalitariamente la representación de la sociedad canaria, añade que “la respuesta a esta pregunta no se encuentra en los argumentos políticos o técnicos. La respuesta a esta pregunta la tiene que decir el ministro y la conoce el ministro”. Es decir, que los argumentos, informes y declaraciones realizadas por José Manuel Soria, por el Gobierno de España y por los tribunales de justicia no responden a las preguntas del “por qué” y “a cambio de qué”, según Francisca Luengo pues el arcano petrolero sólo lo conocen Dios y Soria. Y tal vez los miembros de la secta que maneja en la sombra los hilos de una conjura judeo-masónica-comunista como las de antaño en contra de todita Canarias.
Lo malo de estas declaraciones es que con frecuencia pueden tener el efecto boomerang y volverse contra quien las lanza imprudentemente. Si se busca en las hemerotecas, Mr. Google siempre está a nuestra disposición para ese menester, se pueden encontrar múltiples y variadas declaraciones de, por ejemplo, Paulino Rivero, José Miguel Pérez o Román Rodríguez declarándose partidarios de las prospecciones con frases tan contundentes como decir que no hay un gobierno en el mundo que pudiendo encontrar petróleo no lo busque. Lo mismo decía Miguel Sebastián, por entonces miembro del gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, aunque de este ministro de industria nadie parece acordarse de que existiera, sólo de Soria.
No bastándole para un sólo día, la luenga lengua de Luengo añadió que “desde que lo nombraron ministro, tenía dos encargos clarísimos: uno fue aniquilar las renovables en toda España y, por supuesto, en Canarias; y el otro encargo era sacar del cajón el expediente que dejó Aznar que es la autorización de las prospecciones en Canarias”. Como es ya habitual vuelven las medias verdades y las enteras falsedades. Es absolutamente falaz decir que el Gobierno de España, no el ministro, pretende cargarse las renovables. Lo que es necesario terminar es con las graciables primas desmesuradas que pagan laicamente todos los españoles a los beneficiados con una concesión eólica o fotovoltaica. El viento es gratis, pero el kWh vendido es carísimo para el usuario y oneroso para los contribuyentes. Esa es la verdad, la diga Agamenón o su porquero, citando a Antonio Machado en su novela “Juan de Mairena”.