La celebración festiva de la XXI Feria de La Zafra en El Tablero durante la tarde noche de este sábado no contó con tanta gente externa al pueblo como en ediciones anteriores, pero a la cita vecinal no faltaron los verdaderos protagonistas, los viejos tomateros que, pese a su edad, año tras año siguen participando en la organización del evento y también en su disfrute.
Para el Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana, la Feria de La Zafra se ha convertido en una cita de obligado cumplimiento en el calendario de la Concejalía de Cultura y Acción Social que dirige la primera teniente de alcalde, Elena Álamo Vega. Su trayectoria lo convierte en un evento maduro de intervención sociocomunitaria destinado a potenciar la convivencia de los pobladores de El Tablero y de los núcleos colindantes desde la óptica de su origen agrícola tomatero.
En esta edición, dedicada su temática a las familias y el devenir de éstas en aquel mundo rural previo al turismo y la hostelería, la Feria de La Zafra ha querido lanzar una invitación a las generaciones de nietos canarios que inconscientemente empiezan a desligarse del pasado histórico y social de sus antepasados, y también a los nuevos residentes no nativos que por causas diversas como la entropía del desarraigo no parecen mostrar interés alguno por el mismo.
Bajo esa mirada y para alegrar la Feria y llenar de vida sin edad la Plaza de la Iglesia como espacio de celebración colectiva, el evento conmemorativo del final de la zafra ofreció este sábado a los asistentes diversas propuestas para participar, compartir y disfrutar en familia.
Con esos objetivos se dispusieron un amplio espacio para la práctica de juegos infantiles tradicionales (sogas, trompos, elásticos, aros, sacos, bolas, patinetas e incluso carretillas y carricoches); un rincón de lecturas específicas sobre la zafra y literatura canaria infantil; un taller dedicado a la elaboración de muñecas de gomaespuma y trapos; y también una galería de stands con una variada muestra de elaboración y venta de artesanías canarias como vasijas y tallas de barro del Taller El Cuarto, juguetes de madera, prendas de vestimenta canaria de lana, ropajes bordados y calados, cerámicas tintadas contemporáneas, bisutería y elementos decorativos de cristal, jabones y cremas naturales, jaulas de madera y también complementos de cuero y metal.
También se dispusieron un puesto de productos gastronómicos de panadería, bollería, dulcería, quesos y aceitunas del país, y un estad específico dedicado a la degustación y venta de los nuevos vinos-licores obtenidos por la fermentación de tunos indios y de plátanos que el joven Daniel Santana produce en Gáldar desde hace un año y medio, y que ya promueve comercializar en el ámbito internacional para dar salida a la cariñosa y refrescante acogida que está obteniendo en las ferias y mercados agrícolas de nuestras islas.
Merienda tradicional y taifas
Para fortalecer el carácter familiar de la Feria, las mujeres y hombres de La Zafra ofrecieron este sábado a los asistentes una merienda característica y tradicional de los tomateros, elaborada a base de pan con chorizo, pan con membrillo, pan con mortadela; pellas de gofio amasadas con plátanos, aceite o con agua y azúcar; y leche con gofio, sola o con cacao, y galletas. La invitación gastronómica se realizó durante las exhibiciones del salto del pastor a cargo de la Escuela La Revoliá, que ya cumple treinta años; la actuación del taller de chácaras y tambores y las representaciones teatrales de los cantos picados y del baile de los palos a cargo del grupo vecinal de Castillo del Romeral y del grupo teatral La Cuadrilla del Centro de Mayores El Pilar de El Tablero.
La XXI Feria de la Zafra apagó el candil y finalizó como en años anteriores con la celebración de un baile de taifas para el que se reservaron una docena de mesas para algo más de 200 participantes, y que fue amenizado por las agrupaciones folklóricas La Cucaña y Los Maspalomas, el aula de Folklore de El Tablero de la Escuela Municipal de Música y la Parranda Los Asentaos y Tumbaos.
