La Asociación de Distribuidores de Papa (Adipa) de Gran Canaria, temen que la gestión de algunas cooperativas, entre ellas Cosecha Directa y a la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA) Las Palmas, lleven a los agricultores a una injusta guerra de la papa, y por extensión, a la ruina del sector agrícola.
Desde ADIPA se observa con preocupación cómo las gestiones desarrolladas por estas entidades para la comercialización directa de las papas en grandes superficies de alimentación, han llevado a vender el kilo de papa local al consumidor a apenas 28 céntimos el kilo, con lo que el productor recibirá una media de 18 céntimos, un valor muy por debajo del rendimiento justo de la explotación, al tiempo que se incurre en competencia desleal hacia el distribuidor que no recibe ninguna compensación europea en la comercialización.
Las cooperativas “tiran los precios” contando con el margen de los otros 18 céntimos de media por kilo de la ayuda del POSEI, lo que suma unos 36 céntimos por kilo para el agricultor “una cantidad muy alejada de los 60 céntimos que se consideran precisos para sostener la explotación”.
“La gran ruina del campo no la provoca la distribución, sino que tiene su origen en la gestión de estas falsas cooperativas que han bajado los precios a mínimos históricos en el mercado local, mínimos que el agricultor no verá recompensados en ningún caso a través de las subvenciones a la producción”, sostienen desde ADIPA.
La Asociación, que aúna a los distribuidores de papas en Gran Canaria, acusa a estas cooperativas de presentarse como valedores de los agricultores y defensores del campo cuando en realidad funcionan “como meros intermediarios para la tramitación de subvenciones”. De hecho, afirman, muchos agricultores negocian y venden directamente a los distribuidores pero con la condición de gestionar la venta a través de la cooperativa para poder acogerse a los programas de subsidio del POSEI.
“Para confirmar que estas organizaciones no son lo que dicen, basta con comprobar que no cuentan con la infraestructura ni con los medios precisos, como por ejemplo el almacenaje y transporte de las producciones, para ejercer como una verdadera cooperativa. En realidad sólo prestan servicios administrativos como cualquier gestoría en cualquier otro sector de actividad: seguros sociales, impuestos, contabilidad, subvenciones, seguros agrarios, etcétera”.
Semillas, doble moral
Cosecha Directa y UPA Las Palmas acusaron recientemente a los distribuidores de Gran Canaria de mantener un monopolio en la importación de las semillas de papa consiguiendo importantes márgenes en la comercialización local.
“Se trata de otra de las grandes mentiras de las cooperativas. El mercado internacional de semillas es un mercado libre, en el que las propietarias de las patentes deciden a quién venden sus producciones en función de las garantías de pago que ofrece el comprador, y en el que la distribución juega con márgenes muy pequeños”, aclaran desde ADIPA.
En este sentido critican la doble moral de las cooperativas que denuncian las ayudas del Régimen Especifico de Abastecimiento (REA) a la importación de semillas “pero no dudan en usar torticeramente las ayudas a la producción, y las ayudas que reciben de los Cabildos, para hundir los precios en el mercado local”.
La distribución financia las cosechas
Además, desde ADIPA se ha querido recordar el importante papel que juegan los distribuidores en la financiación de las cosechas al posibilitar el acceso de los agricultores a las semillas para la plantación sin que tengan que pagarlas hasta que se recoge la cosecha.
“La distribución asume muchos riesgos en la financiación a los agricultores. Un mal año, condiciones climatológicas adversas, o una plaga pueden suponer no recuperar la inversión. Si estas entidades que dicen ser cooperativas lo fueran realmente asumirían ellas esos riesgos, pero no lo hacen”, añadieron desde ADIPA.
Una vez más, ADIPA ha hecho un llamamiento a la unidad de agricultores, cooperativas y distribuidores en aras del bien común, “lejos de guerras alimentadas con mentiras y falacias que sólo llevarán a la ruina de los agricultores, el eslabón más débil de la cadena”.
En este contexto, ADIPA reclama nuevamente a la Consejería de Agricultora del Gobierno de Canarias que vuelva a celebrar las reuniones periódicas de la Mesa de Papa, un órgano en el que se citaban todos los sectores implicados para trabajar en el beneficio común, y que hace más de cuatro años que no se convoca.
