Siempre me ha hecho gracia la gente que quiere posponer los asuntos políticos con la excusa de que hay cosas más importantes que resolver o con el categórico “ahora no toca” de Jordi Pujol cuando gobernaba Cataluña. Por esa regla de tres, los gobernantes solo deberían ocuparse de dar de comer a todo el mundo puesto que es la necesidad más básica ya que sin ella caeríamos muertos uno tras otro hasta la liquidación de la humanidad.
Tendríamos que prescindir de prácticamente todo lo que no fuera relacionado con el hambre: la cultura, el deporte, la ciencia, la investigación, la industria, el comercio, el turismo, la seguridad… Solo nos ocuparíamos de la agricultura, pesca y ganadería, que son las que nos dan de comer.
Uno de esos ejemplos es la actual controversia del traslado de los restos mortales de Franco desde el Valle de los Caídos hasta el lugar que elija la familia para que descansen en paz: los restos de Franco y sobre todo los españoles. Los detractores de la medida esgrimen que no tiene sentido ocuparse de un asunto así después de más de 40 años muerto el dictador. Sus partidarios, en cambio, se agarran al mismo argumento temporal para concluir de que ya va siendo hora.
Se mire como se mire, resulta bastante ridículo que exista un gran mausoleo en un país comohomenaje al que fuera su dictador durante casi 40 años, por mucho que el susodicho hubiese muerto en la cama. Es inimaginable que esto mismo ocurriera en cualquier país europeo o con democracia occidental al uso. Un pueblo tendría que ser muy tonto para poner a su dictador en un altar, a no ser que estuviera formado solo por masoquistas o por incondicionales fanáticos.
Esta medida de sacar los restos mortales del mausoleo patrio es difícil que la adopte un gobierno de derecha, como se ha demostrado hasta la saciedad, entre otras cosas porque en esa misma derecha conviven muchos de los herederos ideológicos de Franco, en el caso de que Franco tuviera alguna idea o ideología. Parece que sí, que alguna idea o ideología tenía, aunque solo fuera una, grande y libre. La dictadura, el totalitarismo, el fascismo ibérico, como el jamón y el secreto. Solo hay que recordar que el fundador del PP fue ministro franquista para hacernos una mínima idea.
Hace un par de años el Congreso votó a favor de sacar los restos de Franco del Valle de los Caídos. Solo un partido, el PP, se desmarcó de la mayoría, aunque ni siquiera tuvo el arrojo de la coherencia votando en contra. Se limitó a abstenerse. O sea, que ni sí ni no, sino todo lo contrario. Es la votación propia de los pusilánimes.
Todavía hay una derecha melancólica que dice que Franco es pasado y que no hay que removerlo porque eso solo conduce a reabrir las heridas. Yo creo que ocurre justo lo contrario: para cicatrizar las heridas hay que cerrar esos capítulos dolorosos pacíficamente, sin venganzas periclitadas. Precisamente ahora, con un gobierno socialista que no se sabe si va a ser fugaz o duradero, es el momento de cerrar esa gran herida histórica de España. Ahora o nunca.
